Pollença es un municipio en el norte de Mallorca situado entre el mar y las montañas de la Serra de Tramuntana. Es la ubicación la que da su carácter especial al pueblo: su naturaleza bien conservada, su casco antiguo, su característica forma de hablar y, por supuesto, sus fiestas tradicionales. Es durante las celebraciones más arraigadas de Pollença cuando uno se da cuenta del carácter tan especial y único que tienen sus gentes. En verano, la Patrona del pueblo es una muestra de devoción mientras que en pleno invierno balear las fiestas de Sant Antoni y Sant Sebastià -el 17 y 20 de enero, respectivamente- son una muestra de tradición.
Hoguera de Sant Antoni, la noche del 16 de enero sirven para asar la cena y calentarse. Imagen de EnunClickClack.
Pero el día grande es el 17 de enero. A las 10 de la mañana empieza con el acto más religioso y sosegado: las Beneïdes. Las mascotas y ganado son llevados a la iglesia de la Plaza Mayor, el párroco se sitúa en la puerta y bendice a todos los pollensines que pasen por ahí acompañados de sus animales. La tradición dice que así estos estarán protegidos por el patrón de los animales. La fiesta empieza después, cientos de pollensines y curiosos suben a Ternelles, una posesión situada a las afueras del pueblo, a buscar el centro de la fiesta: un pino de unos 20 metros de altura. Después de comer y entre un mar de petardos y xeremies empieza el lento camino del pino hacia la Plaza Vella de Pollença, donde será enjabonado y plantado para después ser subido por algún joven del pueblo.
Si bien es verdad que quien debe subir el pino ha de ser un pollensín y a los extranjeros no se les recomienda intentarlo, durante toda la fiesta los habitantes del pueblo están encantados de recibir a los turistas que se acercan curiosos a observar la fiesta del pino y invitarles a mesclat, un potente licor típico para las celebraciones.
Los protagonistas son tres jóvenes del pueblo que han sido elegidos con anterioridad y que se preparan a conciencia para representar una de las tradiciones más antiguas del pueblo. Los dos "cavallets" danzan al son del flautín y tamboril mientras el estendard hondea con un ritmo característico una gran bandera.
Durante una semana, Sant Antoni y Sant Sebastià rompen el día a día de Pollença para llenar el pueblo de fiesta y tradición.
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